Las Crónicas Misteriosas

La Duda Después que todos se habían marchado, Maribella hizo su recorrido rutinario por la biblioteca antes de cerrarla. Esa noche, el aire estaba agradable y la luna brillaba bajo un cielo despejado. Caminó despacio hacia su casa. Iba meditando en lo que esa tarde había tenido la oportunidad de descubrir. Las calles, como de costumbre, estaban tranquilas. Algunas parejas caminaban agarradas de la mano. Cuando pasó por una de las casas antiguas observó, como muchas veces lo hacía, la arquitectura y las ventanas con vidrios de colores. Por un instante, le pareció ver una sombra detrás de una de ellas. Por unos segundos volteó a ver la acera par asegurarse de que no había ningún hoyo y cuando volvió a ver hacia la ventana la, posible, sombra había desaparecido. No se alarmó, la noche estaba hermosa y cualquiera podría disfrutarla, aún dentro de la casa. Maribella continuó su camino hacia su casa y pronto llegó. Después de saludar a sus padres y comer un poco se dirigió a la biblioteca y buscó el libro que Dante le había pedido esa tarde. Se sentó en su cómodo sofá y lo empezó a hojear pausadamente. Algo le decía que Dante le escondía algo y que la interpretación del poema había sido, simplemente, un pretexto. “¿Qué es lo que me esconde?”, se preguntó así misma. Observó los símbolos de otras páginas y ella sabía muy bien que detrás de aquellos dibujos se escondían secretos misteriosos. Maribella estaba convencida que el encuentro con Dante no había sido casual; algo los estaba acercando y que tenían una aventura por delante. Lo difícil era cómo romper la barrera de la duda. Se quedó meditando por un tiempo más, hasta que el sueño la sorprendió y se quedó dormida en su sofá preferido.