Es impresionante –continuó, y tal vez tú no estás acostumbrado a ver este tipo de magia, pero el oráculo ya ha hablado y lo ha hecho muy claro, incluso, ha puesto en imágenes las respuestas.
Pues bien, escúchalas con atención: según el oráculo, has venido del mundo de lo real, a este mundo atrapado en la fantasía y la sabiduría para darle sentido a tu vida; más aún para darle sentido a tu armadura, ya que vienes de una terrible derrota, y todo por no saber el significado de tu propia fuerza. En este mundo tu tarea es descubrir qué significa lo que haces y lo que proclamas como una verdad.
–Espera Iezu, dije alborotadamente, es decir que en estos momentos no estoy en el mundo real, entonces ¿dónde estoy?
–Jajaja río Iezu burlonamente claro que no, no es posible que no te hayas dado cuenta, este es otro mundo, pero la mayoría de los hombres no puede venir aquí, porque no pueden comprenderlo y sobre todo porque no creen. Es triste -dijo haciendo una pausa y borrando la sonrisa de su rostro, pero ya nadie cree en aquello que no puede ver, mucho menos en lo que no puede comprender.
–Entonces tú, eres... ¿un mago de verdad?
–Hace mucho tiempo que no me llamaban así. Pero clara es la respuesta. Así que dime, vas a seguir con tu viaje o decidirás volver ahora mismo y fingir que todo fue sólo un sueño, porque en este mundo nadie está por la fuerza, puedes volver cuando lo decidas.
En ese momento hubo un instante de silencio, una pausa aletargada por mis pensamientos. Aún no decidía en realidad, aún no comprendía mucho de lo que estaba pasando. Incluso reflexioné sobre el lugar en el que me encontraba, miré el cazo, las rocas, a Iezu; todo parecía sumamente real, se sentía, se percibía, se escuchaba, se olía y se veía normalmente. Pensé nuevamente que Iezu era un loco que me había dado droga o algo parecido. La verdad no sabía qué hacer, entonces llegó a mí un pensamiento que fue la respuesta.
– ¿Cómo sabré de mis hijos? ¿Cómo haré si quiero regresar?
–Claro, es comprensible todo lo que pasa por tu mente -dijo Iezu al tiempo que se sacaba del cuello una especie de medallón plateado y redondo-. Esta piedra de visión, llamada fufrin te dará cuenta de ello.
Estiró la mano con el medallón para que pudiese agarrarlo. Era plateado con una piedra plana y circular en el centro, y arriba de ésta había otra de color azul brillante. Sin pensarlo limpié la primera y oprimí la piedra azul casi por accidente.
Fue impresionante el ver la imagen de mis hijos y esposa en el medallón, estaban dormidos los tres juntos en mi hogar. Al ver esto mi corazón sufrió un vuelco, mis palpitaciones aumentaron, mi pecho estaba a punto de estallar. Todo lo que había dicho el mago era cierto, y desde aquel momento sería menos egoísta y pondría más atención a todo lo que me dijera.
–Anda, cuélgatelo, y cuídalo, ya que será la única forma de que veas a tu familia y continúes el viaje que te espera. Todo te ha sido dado de manera que cumplas con tu misión, tú eres el único que decide qué hacer en el tiempo que se te ha otorgado. Dijo Iezu con una serenidad incomparable.
–Está bien -dije ya sin duda alguna- buscaré el significado de mi vida, de mi armadura, de mi propia filosofía, no dejaré pasar esta oportunidad- lo dije con más respeto, agaché la cabeza, pues en ese momento comprendí que no estaba ante cualquier persona, que me encontraba ante un gran mago y una gran persona.
***
–Muy bien, ahora, estás listo para empezar esta aventura, para dar paso a otro capítulo de tu vida, recuerda, cuando pierdas, no pierdas la lección, si quieres ganar en tu siguiente batalla. -dijo el mago ahora con mucha más seriedad.
–Pero Iezu, señor, tengo todavía más preguntas, acerca de este mundo, ¿cómo es, por qué existe, en dónde se encuentra, a que me enfrentaré? –pregunté con reflexión.
–No debes de saber todas las respuestas ahora, pues las descubrirás en el camino, es parte de tu enseñanza. Pero quiero pedirte un favor, jamás confundas este mundo, con un sueño, cuando regreses recuerda cada detalle, practica la lección -dijo el mago mientras caminaba hacía un costado de la cueva, -sólo te diré que cuando quieras regresar deséalo con todas tus fuerzas y así será. Ten cuidado con lo que deseas aquí, porque puede convertirse en realidad.
– ¿Y cómo sabré cuando termine la misión?, –pregunté insistentemente.
–Lo sabrás cuando completes tu armadura, cuando estés completo, cuando hayas aprendido todo lo que fue preparado para ti –dijo el mago, al momento que sacaba de su túnica una especie de vara retorcida y larga.
Dibujó con ella en la pared un gran arco y dijo unas palabras que no comprendía.
–Ahora, dime tu nombre claro y fuerte, y al reconocerte, se abrirá ante ti tu camino, el que sólo tú debes recorrer, y decidir hasta dónde has de parar –dijo el mago con voz solemne y clara.
Antes de que yo dijera mi nombre, volvió a hablar levantando el brazo derecho y señalando aquella figura que había hecho en la pared de la cueva.
–La aventura que ahora comienzas –dijo el mago– te servirá para recuperar tu armadura pieza por pieza, porque necesitas darle el verdadero significado a cada parte de ella, que representan en su conjunto algo inseparable que siempre debes conservar, por lo que debe estar contigo y que nunca debes perder.
–Aldebarán -dije casi en un grito; mi nombre sonó claro y fuerte, hasta el punto que yo mismo me estremecí al decirlo.
Al terminar de decirlo, todo el lugar empezó a temblar, perdí el equilibrio. En el dibujo del mago comenzó a partirse la roca y a dejar un enorme hueco que seguía la forma específica que había hecho. Dejó de temblar, un aire frío provenía de aquel hueco en donde sólo se percibía algo blanco.
– ¿Qué pasa ahora, qué tengo que hacer? -dije casi gritando, pues el viento soplaba cada vez más fuerte, al tiempo que me colgaba el fufrin en el cuello.
–Recorrer tu camino, es por ahí por donde debes entrar a este mundo -dijo el mago señalándome aquel hueco en la roca.
Sin pensarlo más me despedí del mago con un gesto de agradecimiento. Sabía que podía regresar a mi mundo con solo desearlo, además de poder ver a mi familia a través del fufrin. Caminé hacia la abertura en la cueva decididamente. Al llegar al borde, el aire helado congeló mi rostro, pensé que eran realmente increíbles todas las sensaciones que se percibían en ese mundo, todo era tan real y tan fantástico al mismo tiempo.