Protoestrella: es una estrella en la etapa inicial de su formación, en
una fase evolutiva comprendida entre el momento en que comienza
aumentando su temperatura, y en su interior la materia de su masa
entra en estado de contracción, desencadenando los procesos
termonucleares y liberando una gran cantidad de energía
.
El ser humano; como es el de mayor desarrollo evolutivo neuronal,
está dotado con lo mejor de la Creación, que es el plano superior de
la conciencia, capaz de crear y transformar su entorno en el que vive,
y hasta destruir su propio hábitat o el planeta mismo.
Pero analizándolo con un sentido más positivo, somos entidades
vivientes dotados de materia y energía, y de un potencial
electromagnético, ya que nuestro cuerpo obedece a impulsos
nerviosos y vibratorios, que se generan por un sin fin de circuitos
eléctricos, sensores y centros de energía, que permiten una mejor
adaptabilidad de nuestra vida.
Al ser perfectamente creados con los códigos genéticos que
incluyen nuestro desarrollo histórico a través de miles de años
de evolución para una mejor adaptabilidad del mundo terrenal,
podemos desarrollar aún más esos centros de energía y lograr el
plano espiritual, que nos permiten alcanzar los niveles superiores
de conciencia; y conocer, con una amplia gama de certidumbre; la
omnipresencia del Todo, la complejidad del Universo, y su estado de
transformación continua.
Nuestro sistema solar tan solo es una molécula nuclear que se
encuentra en la parte más exterior de la espiral de nuestra gran
galaxia, la Vía Láctea, porque ahí las fuerzas centrífugas son menos
violentas, y las radiaciones interestelares y gravitacionales permiten
el equilibrio de nuestra estrella, el Sol. Visto de esta manera, no puedo
concebir un Ser Supremo de mi microscópico tamaño humano, que
tiene el poder de crear los vastos e infinitos mundos planetarios en
siete días de creación. Sino, por el contrario, establecer las medidas
de tiempo que establecen las Sagradas Escrituras, a medidas más
reales y convencionales de nuestro tiempo. Pero para ello necesito
ver mi origen y el Universo con un plano de conciencia superior, que
no se puede conceptuar con la dogmática fe irracional.
La Vía Láctea tiene la forma de una espiral y, a diferencia de lo que
creían nuestros antepasados, no tiene forma alargada y ya no recibe el
nombre de Camino de Santo Santiago o Camino de Leche, por su color
blanquecino. Vemos que la posición de nuestro Sol está en la parte
inferior del penúltimo círculo de la espiral.
No necesito creer dogmáticamente por medio de una fe racional, la
existencia de Dios; sino con la certidumbre y la visión del diamante de
la súper-conciencia de la que estamos dotados los seres humanos por
gracia y voluntad divina, en un libre albedrío. Pero lo que necesitamos
es quitar el freno y el obstáculo para poder desarrollar ese grado
superior de conciencia espiritual que nos brinda la paz anhelada en
mi Templo Interior, para estar en comunión con el Ser Supremo.
Pero al conceptuar estas afirmaciones no pretendo desatar un
debate religioso ni contradictorio con las Sagradas Escrituras. Ya
que de ellas se ha perdido el mayor conocimiento y lo que ha salido
a la luz del dominio público tan solo responde a un 20 % de la gran
Verdad Divina, vertida a través de todos los tiempos a nuestros Guías
Espirituales, Sacerdotes, Profetas como Muhammad (Mahoma), y
hasta al Maestro “Jesús El Cristo”.
Así que gran parte de esa iluminación o conocimiento espiritual
auténtico de las Sagradas Escrituras se ha omitido, a veces
deliberadamente, e incluso se ha alterado, de acuerdo con los
estatus de supervivencia social y colectiva de los grupos religiosos
que existen hoy en día; y también porque no se han recuperado los
textos originales.
Tan solo en el mundo bíblico del Antiguo y Nuevo Testamento, se
conocen alrededor de 3600 grupos religiosos o congregaciones, en
los cuales la interpretación de los textos bíblicos, su rango social y
las jerarquías en su organización son muy similares. Ellos, sin duda,
le han dado un gran alivio a las penas espirituales de sus feligreses,
y han contribuido ha moralizar a la humanidad; pero también han
promovido el peligroso fanatismo religioso generador de guerras y
graves conflictos sociales.
Por ejemplo el Islam (que en Árabe significa “entrega a la voluntad
de Dios”), cuyos seguidores en el mundo son más de 1,500 millones de
fieles, que consideran a Mahoma el último de una serie de profetas:
Adán, Noé, Abraham, Moisés y Jesús. Su doctrina está recopilada en el
Corán y su dogma básico es: “No hay otro Dios que Ala, y Mahoma es
su Profeta”. El buen musulmán debe recitar este credo por lo menos
una vez en la vida, con plena convicción. Además, está obligado a
orar, ayunar en el mes del Ramadán, a dar limosna y, si es posible,
a realizar una peregrinación a la Meca (capital del reino de Héyaz
y capital religiosa de Arabia Saudita, donde está la gran mezquita
cuna de Mahoma). La oración que es para alabar a Dios y no para
pedirle favores, se hace cinco veces al día: al amanecer, al mediodía,
por la tarde, después de ponerse el sol y por la noche, volviendo la
mirada hacia la Meca. En el islamismo, se practica la circuncisión y
están prohibidas las bebidas alcohólicas y la carne de cerdo, y está
permitida la poligamia (hasta 4 mujeres y varias concubinas).
El Corán es el libro sagrado de la religión musulmana, y fue
instituido por Mahoma, en la Meca (610-622 d.C.) y después en
Hégira, en Medina (622-630 d.C.) con las revelaciones que Dios
le hizo por intermedio del Arcángel Gabriel. En el año 650, una
comisión le dio forma definitiva en 114 Suras (capítulos) ordenados
por su extensión de mayor a menor; está basado en gran parte en
fuentes y menciones del Antiguo Testamento, en los Evangelios
Apócrifos (ocultos o secretos) como el Libro de Enoch, los 3 y
4 de Esdras, los Salmos de Salomón, la Ascensión de Isaías, el
Testamento de Abraham, los Oráculos Sibilinos, el Evangelio
según los Hebreos, el Proto-evangelio de Santiago y el Evangelio
de Nicodemus, entre otros. Si analizamos otros grupos religiosos
y leemos algunos textos del Antiguo Testamento como están
escritos en la Biblia, nos daríamos cuenta que para el pueblo
de Israel de la etapa anterior al Maestro “Jesús el Cristo”, los
preceptos y ordenanzas, de acuerdo con su forma de gobierno
de origen teocrático monárquico, eran prácticamente sus leyes;
y estas se tenían que cumplir bajo la pena de ser severamente
castigados o expulsados de su comunidad. En el A.T. de la Biblia,
en Levítico Capítulo 18 del versículo 6 al 30:
“El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
6.- Ningún hombre debe acercarse a una mujer de su propia
familia para tener relaciones con ella.
7.- No deshonres a tu padre teniendo relaciones sexuales con tu
madre…
8.- No deshonres a tu padre teniendo relaciones con su mujer.
9.- No tengas relaciones sexuales con tu hermana.
Y otras del versículo 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18,
19.- No tengas relaciones sexuales con una mujer en su período
de menstruación.
22.- No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una
mujer. Ese es un Acto infame. Una mujer con otra mujer
como si fuera un hombre.