No pude contener las lágrimas, ahora no de tristeza, sino de gozo al saber que mi Jesús había roto el elemento de la distancia y de manera sobrenatural pero muy natural se acercaba a mí y me abrazaba. ¿Puede usted creer esto? Seguramente ha pensado que no puede ser porque no ha sucedido con usted. O tal vez ya le sucedió, pero usted no ha creído que sea Jesús el que le abraza. Este hecho fue algo sobrenatural, porque nadie sabía mi oración ni mi condición, y aquella persona tampoco sabía que yo estaba orando, porque no habíamos hablado y la distancia entre ella y nosotros era bastante significativa. Esto lo llamo sobrenatural. Muy pocas veces la gente cree que Jesucristo puede hacer algo así.
Muchas personas piensan que un brujo, un santero, un psíquico sí puede hacer algo sobrenatural. Muchos quedan sorprendidos cuando uno de estos personajes les impresiona con una seudo sabiduría que al final es un conocimiento vacío de ciencia y bienestar. Pero el único que puede hacer esto de manera real y duradera es Jesucristo. Siempre se ve a Jesús como alguien muy distante, estando en algún lugar entre nubes, con muchos ángeles alrededor en un estado de ocio. ¡Y ciertamente es así! Dice la Biblia que El está sentado a la diestra del Padre; y alrededor del Padre, según Isaías, hay ángeles, arcángeles, querubines, serafines y otros seres celestiales. Por lo tanto Jesús está en medio de ángeles. Yo todavía no he estado en el cielo, por lo tanto no he vivido esa experiencia angelical, pero tampoco lo puedo poner en duda, pero yo sé que a pesar de todo, Jesucristo también anda por las calles del mundo tratando de manifestar de manera natural gran parte de su poder sobrenatural a favor de la gente. En el años pasados estuve celebrando algunas noches evangelísticas en una iglesia en una ciudad de Venezuela; era una iglesia de las Asambleas de Dios en el barrio del Valle en Caracas. Aquella noche había una presencia tan hermosa del Espíritu Santo que parecía que caminábamos en el aire, fuera de este mundo. Después de predicar el mensaje aquella noche entré en lo que yo llamo el tiempo de “ministración”. Este es un tiempo cuando invito a las personas para que reciban al Señor como su salvador y también para que aquellos que estén enfermos y necesitados sean sanados y tocados por Jesús como una respuesta a la oración de fe. Muchas personas pasaron al frente aquella noche y mientras entonábamos un canto de adoración el ambiente se nutrió mucho más de esa dulce presencia del Señor. De repente y mientras oraba individualmente por los que ha- bían pasado, escuché y miré a una joven gritar de manera extraña pero en orden, aparentemente estaba en una dimensión distinta al resto de la gente.
Comencé a interesarme y preguntarme cuál sería la razón de esa marcada manifestación de asombro, satisfacción y afecto. ¡Ella lloraba, gritaba y miraba alrededor y hacia mí con asombro! Fue tanta mi preocupación que detuve la ministración y me dirigí hacia la joven y le pregunté: ¿Por qué gritas? Ella, señalando con su brazo derecho por encima de mi hombre, me dijo: ¡Está ahí, está ahí! Como yo no veía a nadie le pregunte: ¿Quién está ahí? A lo que ella, apuntando con su brazo por encima de mi hombro dice: ¡El Señor está ahí, a su lado, caminando junto con usted por la plataforma! Y añade: ¡El bajó, me abrazó y me ha besado! ¡Está aquí, está aquí! Ante aquella declaración no tuve más remedio que pedirle que lo testificara por el micrófono para que todos en la congregación pudieran disfrutar de aquella experiencia sobrenatural. ¡El Señor es sobrenatural, pero se manifiesta en muchas ocasiones de manera natural! Para el hombre natural es, en muchas ocasiones, difícil ver y moverse en lo sobrenatural, esta es la razón por la cuál el apóstol dice que el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locuras, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1Corintios 2: 14.). En nuestro ámbito cristiano existen todavía “creyentes” que no creen en lo sobrenatural. Me refiero no a que no creen que Jesús sea sobrenatural; eso lo creen muchas gentes, con excepción de algunas sectas que voluntariamente degradan esa cualidad en Jesús; sino que no creen que ellos puedan vivir dentro de ese ambiente de manifestaciones sobrenaturales. Para ellos, hablar de ángeles es como referirse a unas simpáticas figuritas que pueden comprar en cualquier tienda de baratillos; o hablar de visiones, milagros o cosas semejantes es sólo una magnificación de la fe de una manera exagerada y fuera de lo común, por lo tanto, si alguien habla así debe estar loco, o su experiencia evangélica no es digna de crédito y hay que tener cuidado con ella. Lo que aquella joven vio en esa iglesia fue a la persona de Jesús, que mientras yo ministraba, tal como ella dijo, se movía juntamente conmigo de un lugar a otro para tocar a las personas. Como consecuencia lógica, aquella noche hubo conversión, sanidades, reconciliación y una evidencia de la participación directa del Señor en esa reunión, la cual, fuera de todo, era una reunión a la que se había invitado a Jesús para que estuviera y participara haciendo aquello que él creía era necesario hacer.