INTRODUCCIÓN
Hoy es veinticinco de diciembre del 2008 y una de las metas
que tengo para el año 2009 es escribir un libro. Pero, ¿Qué
voy a contar? Voy a contar la historia de Nila. ¿Quién era
ella? Cuando yo tenía alrededor de seis años, mi hermano
y yo decidimos que debíamos tener una hija para jugar al
papá y a la mamá. Me dijo que la única forma de tenerla
era si nos casábamos. Acepté el juego y nos casamos en una
ceremonia bastante especial: mi hermano me sostuvo de
la mano e imaginariamente prendió un fósforo haciendo
a la vez un círculo con su brazo derecho. En nuestra imaginación
vimos un destello de luz lo que significaba para
nosotros, que ya estábamos casados. Tarareamos una canción
y casi instantáneamente surgió en nuestras mentes una
niña recién nacida que nos acompañó en nuestros juegos
infantiles por un corto período de tiempo. Luego desapareció
de nuestro mundo y nos olvidamos de su existencia
por completo. Cuando la evoco, pienso en ella como si hubiera existido realmente y cómo hubiera sido su vida en
el mundo de las formas e inmediatamente me llega la imagen
de una mujer ya madura de unos ochenta años, de un
rostro y figura agradables a pesar de su edad. La veo sentada
en la banca de un parque cerca de una playa, absorta en sí
misma. Me mira, me sonríe e intuitivamente sé que está
interesada en transmitirme una historia. Entonces como
una visión fugaz veo la nítida imagen de la niña imaginaria
que fuera mi compañera de juegos, de aproximadamente
unos dos años de edad con una cara que siempre me llamó
la atención porque no se veía feliz. Parecía aburrirse con
todo. Su cabello era oscuro, medio ondulado, que le caía
sobre los hombros; su peinado denotaba que había sido
hecho con delicadeza y estaba adornado con un moño
grande de organza blanca; su cara era de forma ovalada,
donde se distinguían unos ojos grandes, almendrados y de
color café claro. Su nariz era recta y su boca redondeada.
Físicamente era preciosa pero no reía. Era como si observara
todo, pero sin hacerse un juicio sobre nada de su entorno.
Parecía como si su mente estuviera en todos lados menos
en el momento presente. Llevaba puesto un vestido que le
llegaba hasta las rodillas de color rosa pálido adornado con unos boleros y unos bordados tanto en la falda como en
la blusa, que tenía un pequeño escote al borde del cuello.
Completaba el atuendo unas botas de cuero blancas con
medias tobilleras que la hacían lucir delicada. Todo en
ella inspiraba ternura. Decidí entonces dejarme llevar por
mi imaginación, contar la historia, metiéndome en sus
zapatos con el fin de desentrañar su vida. Era penetrar en
los resquicios, en las intimidades de una vida ajena, como
si fuera una violación de su privacidad, de sus secretos, al
asomarme a un mundo que sólo le pertenecía a ella y sólo
a ella, y que sólo en ese momento quisiera ser descubierto.
Establecimos un diálogo a partir del instante en que la
recordé. Surgieron intuitivamente dentro de mí todas sus
vivencias, su familia, su entorno, y amistades que me suplieron
el tema para escribir sobre ella, desde su nacimiento
hasta su muerte. Nila comenzó entonces, a contarme su
historia y el porqué de muchas situaciones que caracterizaron
su vida. Muchas veces mientras ella hablaba, no pude
evitar la curiosidad de interrumpirla para que me aclarara
cosas que yo no entendía, sobretodo en algunos momentos
cuando me daba cuenta que estaba conectada con su sabiduría
interior. En otras oportunidades, quise hacerla caer en cuenta de lo equivocada que estaba y en otras simplemente
escuchar de primera mano todos los acontecimientos que
marcaron su destino. Sin duda, su historia me llegó a lo
más profundo de mi ser y logré entender cómo la mente,
si no la controlamos nos lleva a vivir muchas experiencias
dolorosas con la creencia de que éso es precisamente lo que
tenemos que vivir.
Como esta niña llegó al mundo con mucho miedo y
un enojo que a pesar de sí misma traía de su vida anterior,
comenzó a crear su mundo a raíz del miedo, la ira, y el
dolor. Sabía que esos niños la habían inventado para jugar;
sin embargo, ella lo olvidó y desde el mismo momento en
que apareció en su mundo, encontró unos padres carentes
de amor, con un trasfondo de sufrimiento, que ni ella lo
podía creer con tal de validar sus creencias que quizás traía
de otra vida. Lo hizo porque, a pesar de la poca conciencia
con que se había manifestado, sabía que podía crear lo que
quisiera; sabía que se había metido en un juego sin darse
cuenta de que había comenzado a hacer una serie de creaciones
convencida de que al meterse en un cuerpo físico no
le afectarían y de que podía salirse del juego cuando quisiera,
lo cual en mi opinión es cierto, aunque esto también lo olvidó. En fin, Nila llegó a la vida creando una serie de
situaciones y eventos que la harían olvidar por completo
que eran proyecciones de su mente que le harían arrastrar
mucho sufrimiento innecesario.
CAPÍTULO UNO
La historia comienza
Nila inició el relato de su historia, hablando del contexto
histórico de tiempo y lugar cuando ella decidió entrar en
la densidad del cuerpo. Quise saber de inmediato cómo lo
había hecho. Me contestó que “en realidad no he creado
nada porque todas las creaciones posibles existen al tiempo.
Lo único que nosotros hacemos es escoger lo que queremos
vivir y trascender en una vida terrenal. En el momento que
escogemos, todas las demás posibilidades desaparecen o
mejor, quedan latentes”. Ella ya había escogido mucho antes
de encarnarse en un cuerpo. Se ubicó dentro de una familia
común y corriente que vivió en una pequeña población de
una región cafetera de Colombia. Nunca supo a qué horas
vio la luz. Tenía una tía de ochenta y seis años de edad a
quien le preguntaba cada vez que podía: ¿A qué horas nací? La tía se angustiaba porque su memoria se había ido de su
cabeza quien sabe para donde. Creía que había sido por la
tarde o casi de noche en una clínica, algo poco común en
su época. Era la mayor de cinco hermanos y sus padres no
tenían ni la más remota idea de cómo criarla.
Huérfanos, él de madre, ella de ambos padres y criados,
en medio de la escasez de dinero, afecto, relaciones y oprimidos;
él, a pesar de ser el hijo del gamonal del pueblo, tenía
un padre autoritario y unas relaciones de familia completamente
disfuncionales. Ambos, vivían en un mundo donde
sólo “los grandes” tenían derechos. El padre de Nila, tuvo
la oportunidad de terminar la secundaria. Su madre sólo
estudió la primaria. Vivían en medio de privaciones en el
mismo pueblo. Se conocieron por casualidad, se gustaron y
en dos meses se habían casado casi sin conocerse, y sin un
centavo en el bolsillo tal vez por querer salir de sus respectivos
hogares donde eran profundamente infelices y preferir
la aventura de lo desconocido a la dolorosa realidad de lo
conocido. Cada uno de ellos acarreaba una triste historia.
Una vez casados, y a pesar de la precaria situación económica
que sus padres experimentaban en ese momento, al
enterarse del futuro nacimiento de su hija, se sintieron muy contentos aunque temerosos porque no tenían experiencia
en cuanto al cuidado de una criatura.
La llegada de Nila al mundo material fue muy traumática.
Me explicó cómo de repente se vio envuelta en un
remolino de luz. No lograba entender que ocurría y cuando
por fin se dio cuenta se hallaba en completa oscuridad,
desorientada y sintiendo una profunda incomodidad en la
espalda. ¿La espalda? ¿Cuál espalda? Y así fue consciente de
que tenía un cuerpo. Estaba de vuelta en la Tierra. Sintió
una profunda rabia y decidió no nacer aunque ya era tarde
para tomar semejante decisión. Percibía una presión muy
fuerte en la frente y le dolía la cabeza. No entendía exactamente
qué estaba pasando. Oía voces con cierto tono de
preocupación por lo que estaba