Sólo la Persona Virtuosa es Feliz
Los Seductores Vicios de la Postmodernidad
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El autor comienza por realizar amplios y profundos reconocimientos a las figuras familiares e históricas que más influyeron en su vida y en la decisión de lanzar al público esta obra. Destacan sus propios padres, Salvador y Guadalupe; su abuelo Adalberto, y autores de la talla de William Shakespeare, León Tolstoi o Fiodor Dostoievski. Igualmente hace elogio del genial filósofo francés Jean Paul Sartre –no por su postura atea de toda la vida, sino por su conversión final al Catolicismo– y de otro genio, el mexicano Maestro de América, Don José Vasconcelos. A éste le reconoce el inmenso mérito de haber redactado el lema –ahora mochado– de la UNAM: “Por mi Raza Hablará el Espíritu Santo”. Después continúa con la vivisección de “La Humanidad Depredada y Depredadora”, vista desde las diferentes posturas existenciales que cada cual puede asumir ante la presencia del Mal en el mundo. Prosigue con la demostración científica del Big Bang o la Creación del Universo, y continúa su aventura explicando la Creación de los Ángeles y su Caída, para rematar con la Creación del Género Humano. Así llega a su tesis central: la Tentación, la Libertad, el Pecado Original y sus Consecuencias, producen la crisis actual: No hay Crisis de Valores, sino ausencia de Virtudes. Y termina la obra explicando y denunciando ampliamente la esclavitud actual de la humanidad ante los fenómenos postmodernos contra la Virtud, tales como la Trivialización, la Desacralización, la Descristianización, la Desintegración Familiar, y otros muchos. Al final comprendemos que ha sido demostrada su tesis fundamental: “Sólo la Persona Virtuosa es Feliz”.