El gato negro

El Gato Negro Es una recopilación de historias enlazadas entre sí; los secretos salen a flote uno a uno, a través de sus páginas, a través de una lluvia sutil que se torna interminable.

“…Rubén entra a casa impregnado de la primera llovizna; se sacude los brazos, se prepara un café cargado, toma el periódico local…”

Rubén un hombre esquizofrénico, obsesionado…

“…Rubén está seguro que sus masturbaciones frecuentes han cesado: ¡Dios lo ha sanado! Ha hablado con Él por meses enteros; durante las mañanas frías de noviembre, durante las noches cálidas de junio…incluso ayer…”

Varias historias van naciendo a través de los Anuncios Clasificados del diario local, como el de la venta de una troquita modelo 76, el de una tienda de juguetes eróticos y uno más...

“…Mujer de 47 años, soltera, busca novio alto, delgado…”

Puro hueso y piel, pensaría la maestra de escuela, “La solterona”.

“…Me reacomodo los anteojos y miro un poco de pornografía. Dejo que mis manos inexpertas y temblorosas, conozcan partes de mi cuerpo que jamás he sido capaz de mirar. Me dejo llevar por la imaginación, pero sólo un rato, el remordimiento no me deja avanzar….”

El erotismo, el humor negro y el lenguaje coloquial, están impresos en cada una de las páginas de El Gato Negro. Los polvos cósmicos y las estrellas fugaces, se funden a la par con la violencia intrafamiliar y la inocencia. El absurdo de las armas en manos de los niños y los anuncios publicitarios que tienden luctuosos a la entrada de una librería, al tiempo que la venta de una mamá tiende del internet. Laura y Carlitos, dos pequeños que comparten salón de clase, compartirán algo más… la orfandad…

El Gato Negro se distingue por su carácter personal, apunta hacia la sociedad Latina; la mezcla de historias, tramas y escenografías, confabulan para enmarañar y arañar lo más profundo de los sentimientos.

…Porque una palabra puede quebrarte, incluso herirte, por eso yo muerdo mis labios fuerte y los cubro con las manos que he tenido que cortar, para no lastimarte…

…«Dime que me amas», exigió él, mientras la penetraba. En verdad lo amaba, hasta donde sus 16 años le permitían. Lo amaba de una forma inocente, cegada; no pudo siquiera responderle, cayó inconsciente como tantas veces… y como tantas veces más, jamás recordaría nada…

Inventar historias es un recurso utilizado por una de las protagonistas en el intento de disipar su miedo a la soledad, a través de una historia imaginaria y un sueño recurrente, el rompecabezas de su vida comenzará a unirse.

La anatomía macroscópica también está presente en El Gato Negro, al igual que el amor caduco de Olivares hacia los pechos de La Negra.

“…El tamaño y la inflamación exagerada del miembro, fue lo que a Olivares le motivó pensar que «la muerte estaba ligada al sexo». Caviló por largos momentos, mientras observaba a detalle el cuerpo. Pero su apreciación no lo hacía como al explorar un cadáver; no, entre más lo hacía, una molestia en la boca del estomago aumentaba. Escrutaba el pecho, las ingles y, sobre todo, el miembro. Su mente comenzó a vagar lejos y no pudo evitar pensar en ella; en pocos minutos el recuerdo de la Negra estaba ahí, ya encumbrado…”

Alicia Vázquez-Reta eligió la carrera de Medicina por imposición de su padre; lo de ella eran las letras, la filosofía, fumarse un churro marihuana en los jardines del Instituto de Bellas Artes, e incluso invernar algunos semestres por Psicología no hubiese sido problema… pero promesas eran promesas, y su padre un inminente y reconocido cirujano quien, gracias a ello, le daba cierta impunidad en la escuela de medicina.

—¿Dónde se originó la picadura doctora? –pregunta Alicia. —En el meato –responde airosa. —En la mera puntita –entre susurros, cita Esteban; algunos ríen.

La doctora, con voz fuerte, trata de disipar las sucias sonrisas:
—En el glande, a escasos centímetros del frenillo, en el pene. En pocas palabras, el hombre recibe el pinchazo y segundos después muere por un choque anafiláctico…

En su primera vez en el anfiteatro, la joven estudiante no puede evitar ser no sólo atraída, sino seducida por un cadáver.

“… Como hechizo, Alicia vuelve la vista al muerto; ahora navega entre los pliegues del miembro altivo, aterciopelado, fijo y muy hinchado del glande. Como una expresión literaria y seductora, le hubiera gustado llamarlo aureola, cabezal, idilio… pero en términos muy terrenales, y propiamente muy mexicanos, sería tan sólo conocido como «la puntita»…”

La marginación está presente en “El Premio Mayor”, como una ofrenda para su hermana, María compra un cachito de lotería a Juan Diego, quien el miedo a expresar el amor que siente, lo orilla a embriagarse cada noche fuera de la casa de Camila; allí se imagina entre sus brazos, entre sus labios… bebe sorbitos, se embriaga…Una prenda masculina y una botellita de mezcal, será el inventario de esa noche de fantasías y de sueños.

Una lluvia caprichosa e insistente, no cesa en Ojinaga, al igual que una lluvia de personajes que se asoman por entre las páginas de El Gato Negro…

La Sra. Norries ha mudado su vestimenta sepulcral y acepta aquel cadáver que muchos años atrás le fue entregado.

“…El cuerpo estaba incompleto, le faltaba un brazo y casi toda la cara. El mentón era lo único intacto de aquel hombre desecho. No lo reconoció. No era el mismo mentón que había recorrido el camino de ida y vuelta sobre su entrepierna, no era el mismo mentón que se restregaba sobre sus senos y el cual en algún tiempo besó con devoción…”

La esperanza de que su marido retornara de la guerra, hecho que jamás ocurrió, se ve gratificado con una nueva ilusión.

El simbolismo de un sueño, se representa a través de la inundación en el que el pueblo entero se ve inmerso, el lesbianismo, la pedofilia, el rapto y la violación, son expuestos también en El Gato Negro.

¡Siga los pasos de El Gato Negro y sedúzcase en su mirada!