¿El Diálogo del Siglo…?
EL COLMO DE LOS COLMOS: FIDEL CASTRO Y PEPITO
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Esta obra es pura ficción sólo en apariencias. Su médula, real como el Sol, desmiente tal frescura. No, no es acaso muy seria pero sí profunda y aunque en esencia divierte, además, instruye, alerta sobre el acontecer en la Patria de José Martí, adalid de nuestra América.
Si usted adora a Castro, debe leerla y… no lo amará más. Si odia al Tirano, se arrepentirá. Ni eso merece. El odio es cariño reducido a la enésima potencia. “Hiere menos que el olvido… Y tan sólo se odia lo querido…” Aunque no es para menos: sus victorias pírricas devienen a la postre derrotas del pueblo. Cuba solía ser el Paraíso del Caribe y no el Infierno. Una esperanza –great of wonderful– aquella divisa de Franz Kafka: Hemos sido expulsados del Paraíso pero permanecemos en él…
Algún día regresarán las primaveras… El último gran criador de dromedarios pierde ya su partido en tiempo extra. Pronto bajarán el telón tendrá feliz término la “exquisita” tragicomedia. Ahora anhelamos ese lindo amanecer, despertar sin sobresalto o ansiedad. Y luego ya hablaremos con picardia como épocas remotas de los tiempos de antes y después del Abuelo en Jefe.
Singular encanto exhibe al desnudo esta compilación, por ende puede ser objeto de abuso sex…, perdón, de un trato irracional, o sea, muy criticada. Haga caso omiso: cuando sucede es por enjundiosa y porque la verdad a veces duele. ¡Ah!.. No trate de encontrarla –absoluta, nítida y completa– en breves páginas, pues no existe texto harto conciso y abarcador a la vez. Lo añorada aquí, se refleja sin lugar a dudas en ASÍ ESCAPÉ DE CASTRO Y SÉXODO.
Con semejante trilogía, no habrá quien le pueda hacer un cuento sobre los hijos de… Cuba: seres humanos inteligentes, temperamentales, trabajadores, buenos amigos, sensuales y sufridos pero alegres como cada latino, porque somos la misma raza con nuestras grandes virtudes y pequeños defectos, hermanados en el recio bregar por idénticos derroteros tras la escurridiza felicidad. Si no lo ve así, visite pronto a un oculista famoso…
Por último, debo confesar con inexplicable satisfacción: está no es ni remotamente mi obra cumbre, esa no la he podido crear aún porque no encuentro palabras tan hermosas y apropiadas para enaltecer el amor a Dios, al prójimo y a la vida.