El contenido de este libro rompe con todos los paradigmas tradicionales del cristianismo en especial con los de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana; y por lo mismo, despierta gran interés y controversia; sin embargo antes de condenarlo por herético, es necesario que se analicen los capítulos más desafiantes y polémicos. Para esto es indispensable que el lector se mantenga al margen de la religión, porque la imparcialidad es la mejor aliada de la razón. Los comentarios y las conclusiones que emanan de esta obra tienen el propósito de dejar en claro muchas verdades que se han mantenido ocultas durante siglos. No es raro que la mayoría de los católicos ignoren cuales son los antecedentes históricos de su religión; porque habitualmente la profesan por tradición familiar y por conveniencia social, ya que nuestra cultura está influenciada por la Iglesia cristiana; desde el momento que nacemos hasta que morimos.
“La rebelión de los dioses” La última trilogía. Es el libro ideal para analizar el torneo que se desarrolló entre la corte de los dioses griegos y romanos y el cristianismo durante los primeros siglos de la era común; una revuelta donde salió victorioso Jesús de Nazaret. Sin embargo, después de su célebre victoria se convirtió en un ser mitológico que fue incluido dentro de la Trinidad cristiana por capricho del emperador Constantino, que a su vez era sacerdote pagano del Sol Invictus o Sol invencible. Incluso en este último estaban mezcladas también tres deidades: El-Gabal, el antiguo dios solar sirio importado durante el mandato del emperador Heliogábalo en el siglo III a.C. Mitra y el Sol. Así mismo, El-Gabal proviene del dios El, quien fue el más grande del panteón de Canaán y de donde se originó también Elohim; el dios de los hebreos, nombrado a veces como Yahvé. Así que Constantino guiado por su idolatría no hizo más que convertir a Jesús en un ser mitológico al incluirlo dentro de una trilogía de dioses semejante a las que se adoraban en las religiones politeístas y paganas.
Antes de la intervención de Constantino, no existía ningún vestigio de esta mitología dentro del Antiguo Testamento y mucho menos dentro de las doctrinas que predicó Jesús y sus discípulos. A pesar de esta gran contradicción la mayor parte del mundo occidental está regido por el cristianismo. En realidad, la mayoría de la esta gente no sabe que las enseñanzas de la Iglesia no son las mismas que predicó Jesús y sus Apóstoles. Si no todos; la mayoría ignora que Pablo fue testarudo; un obsesivo y soberbio que persiguió encarnizadamente a los cristianos y que después de un ataque de epilepsia se autodenominó Apóstol sin la autorización de Jesús. Pablo nunca conoció a Jesús y por lo mismo, se metió en serias dificultades con los Apóstoles por no seguir correctamente sus lineamientos.
El pueblo hebreo fue sometido por diferentes imperios; el último de ellos fue el romano, que irónicamente es el que también dejó como herencia milenaria la Santa Sede que se encuentra enclavada en el corazón de Roma y que es actualmente la cabeza del cristianismo católico. Esta terrible contradicción que la mayoría de la gente ignora se debe a que el tribunal judío representado por Caifás en común acuerdo con el pretor Pilatos, fueron los culpables directos de la crucifixión de Jesús; el protagonista del cristianismo impulsado siglos más tarde por el mismo imperio romano. En sus tiempos, Jesús no era considerado Dios; y el cristianismo solo era una secta más dentro del judaísmo, hasta que en el siglo IV fue convertido en Dios por voluntad de Constantino I el Grande y quien más tarde convirtió al cristianismo a todo el imperio romano.
Pues bien, aquella decisión que impuso Constantino fue aceptada incondicionalmente por la mayoría de los representantes de la Iglesia quienes estaban siendo utilizados como paleros en el Concilio de Nicea celebrado el año 325 d.C. Por esta razón, uno de los peores fraudes de la Iglesia es afirmar que la deidad de Jesús es una verdad revelada por el Espíritu Santo. Cuando el cristianismo fue adoptado por el imperio Romano como religión oficial; la naturaleza humana de Jesús se distorsionó; su nacimiento, vida y muerte se plagaron de hechos fantásticos comparables con los dioses mitológicos. Para colmo, los romanos que lo crucificaron, fueron los mismos que lo convirtieron en Dios para luego adueñarse de su personalidad y de una parte de la Biblia judía, a la que más tarde se le adicionaron los Evangelios y demás libros que conforman el Nuevo Testamento; de esta manera se integró la Biblia cristiana donde se encuentra la razón de ser del cristianismo. Actualmente la Iglesia Católica Apostólica y Romana, aunque representa la antítesis de las enseñanzas que predicó Jesús, es el imperio religioso con mayor poder en el planeta.